SAN SALVADOR. Es un distrito que adquirió tal categoría en 1951, año en
que también la que hoy es ciudad de Borja se separó de dicho municipio. Está
ubicada prácticamente alrededor de donde anteriormente pasaba la línea
ferroviaria que comunicaba la Estación Borja (o San Salvador) hasta Iturbe y
seguía el recorrido hasta Encarnación, o bien también era utilizado como punto
de giro o empalme del tren al Ramal Este que llevaba hasta la ciudad de Abaí en
Caazapá.
San Salvador está regada por tres arroyos importantes, el
Yhaca Guazú, Remansito y el Itacuña. Sus habitantes se dedican a la producción
agropecuaria siendo una de las más importantes la de caña dulce, como la
mayoría de las ciudades del Guairá. Su fiesta patronal se realiza cada 6 de
enero y en los festejos duran nueve días donde se realizan corridas de toro
(torín), y las fiestas de gala en honor al santo patrono.
En esta ciudad, nació el expresidente del Paraguay, Andrés
Rodriguez Pedotti, el cual en 1989, derrocó a su consuegro, el dictador Alfredo
Stroessner, quien por 35 años gobernó dictatorialmente este país.
La antigua Estación de Tren de San Salvador (que también se
llamaba Borja) fue erigida entre las estaciones de tren que se construyeron
entre 1887 a 1894. Aún guarda recuerdos de tiempos ajenos a los nuestros donde
el transporte ferroviario era próspero y las locomotoras surcaban los verdes
parajes paraguayos llevando y trayendo gente desde la capital hasta Encarnación
o hasta la última estación de Abaí en el departamento de Caazapá.
Gracias a los propios pobladores de la ciudad que salvaron
celosamente de la desidia del Estado, los bienes históricos y culturales
permanecen en el museo instalado dentro de la edificación. Además crearon la
Asociación del Centro Cultural Comunitario La Estación, de manera a poder
trabajar en conjunto, en pos de la defensa del patrimonio.
La estación era también el punto de empalme con la ruta al
este que llegaba hasta la estación de Abaí, utilizando una plataforma circular
que permitía girar a la locomotora para continuar su camino por la vía
transversal, además de contar con grandes talleres donde aún permanecen al
menos 2 locotomotoras esperando ser restauradas para darle mayor importancia al
museo.
El sonido de la sirena, de los hierros retorciéndose, de la
gente aguardando la llegada o partida del tren o de la venta de chipás,
permanecen impregnada en el silencio de las grandes moles de hierro que
estáticas solamente atestiguan el tiempo pasado donde la prosperidad del mundo
ferroviario llenaba de vida a la ciudad.
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